Me invade una sensación de caos constante... No sé poner límites... Idealizo a las personas aunque las acabe de conocer... Mis relaciones personales se caracterizan por su inestabilidad... Vivo en los extremos de la realidad: en un TODO o NADA , en una ingenua credulidad o una desconfianza paraonoide, en el AMOR o en el ODIO... Intento autodestruirme desesperadamente...

lunes, 8 de febrero de 2010

¡QuÉ maLa HoStiA!


Menudo cabreo me cogí ayer... Estoy hasta la polla de aguantar a gente egoísta y encima tener que poner buena cara para que no se sientan mal, cuando en realidad lo que me gustaría es mandarlos a la mismísima mierda o soltar a voz en grito "QUE OS DEN, CABRONES!!!" y quedarme tan a gusto, pero eso es lo que tiene ser una desiquilibrada mental, que nunca se sabe por dónde vas a salir... En fin...

La historia es bien sencilla: mis amigos me dieron el plantón de mi vida. Y la cosa no tendría mayor importancia si hubiese sido un día normal, pero es que dio la puta casualidad de que yo había dicho que el domingo no quería salir, que quería cogerme unos de esos días para estar metida en la cama y no salir más que para ir al baño y porque no te queda otro remedio, porque si no, ni eso y ellos estuvieron comiéndome la cabeza toda la noxe para que cambiase de opinión y, como no lo consiguieron, me llamaron al día siguiente para insistir más. Y, claro, yo, que soy más fácil de convencer que una monja para ponerse a rezar, les acabé diciendo que sí. Me visto de mala gana, deprisa y corriendo para llegar a tiempo y cuando ya estoy a mitad de camino me empiezan a decir uno por uno que mejor lo dejamos para otro día, que estaban muy cansados de la marcha del sábado y no sé cuántas estupideces más... Quéeeeeee? Me estás vacilando??? Pues por lo que se ve, no, bien en serio que iban y ahí me kedé, con cara de gilipollas y un cabreo impresionante.

De todas formas, la cosa no acaba todavía... Yo, que tengo esa puta manía de relacionar comida con sentimientos, tengo la brillante idea de pasarme por la tienda que hay al lado de mi casa y comprarme toda guarrería que encuentre para luego, por supuesto, comérmela. Entonces comienzo a sentirme mal, física y emocionalmente: se mezclan la cantidad ingente de calorías que había consumido con la sensación de vacío, rabia, enfado y, sobre todo, impotencia de no haberles mandado a tomar por culo... Y sólo conozco una manera de no sentirme así, de relajarme, de dejar de pensar y pasar de todo. Algo que hacía tiempo no hacía y pensaba que tenía superado: cogí una tijeras y me corté lo más profundamente que pude hasta ver la sangre, hasta sentir el dolor que en ese momento no es lacerante ni mucho menos... Es revelador, es adictivo y te hace caer en un estado de paz absoluta. Ya no estás triste o enfadada, simplemente "estás".

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