No me lo creo ni yo, pero he recuperado el control. Después de diez días en el más absoluto reposo, nueve de los cuales me he dedicado a darme atracones constantes, pensé que jamás sería capaz de centrarme y que recuperaría todos los kilos perdidos. Pero no, ha sido duro, pero he vuelto a la carga. El primer día que retomé el ejercicio por poco me muero: mi cuerpo temblaba, tal cual. Todavía no quiero forzarme y estoy con una hora y media de cardio al día, poco a poco subiré a las dos y media.
Y, cómo no, el universo siempre está ahí para joderte. Justo el día que decidí comer bien, mi madre va y hace una compra enorme llena de comida hipercalórica, hay que joderse. Cuando estaba mala, tuve que salir yo a comprar porque no había nada de nada, lo juro, ni una mísera aceituna en la despensa y cuando ella compraba, no traía ninguna guarrada y ahora resulta que compra galletas y paquetes de patatas hasta reventar el mueble. Menos mal que he sido fuerte y no he caído. La verdad es que me siento mucho mejor cuando hago las cosas bien, como lo que debo, hago gimnasia... Entonces, ¿por qué me empeño en sabotearme a mí misma? Y no es sólo eso, sino que yo en realidad quiero estar delgada. QUIERO ESTAR DELGADA. No en mi peso como estoy ahora, sino delgada y punto. Sé que no me dará la felicidad, pero ya tendré algo de camino ganado.
Lo malo: estar con estas idas y venidas, dietas hipocalóricas y atracones, pasar del blanco al negro están haciendo que no baje de peso como debería. Ahora mismo peso 58, pero no es real. La primera vez que alcancé este peso con dieta sana estaba algo más delgada que ahora. Incluso me veía mejor con 59 que con los 58 de ahora. Estoy hinchada, con mala cara y me siento pesada. Está claro que mi cuerpo no me va a dejar recuperarme fácilmente, me está dando un toque de atención que por mi bien debería escuchar.
Y, cómo no, el universo siempre está ahí para joderte. Justo el día que decidí comer bien, mi madre va y hace una compra enorme llena de comida hipercalórica, hay que joderse. Cuando estaba mala, tuve que salir yo a comprar porque no había nada de nada, lo juro, ni una mísera aceituna en la despensa y cuando ella compraba, no traía ninguna guarrada y ahora resulta que compra galletas y paquetes de patatas hasta reventar el mueble. Menos mal que he sido fuerte y no he caído. La verdad es que me siento mucho mejor cuando hago las cosas bien, como lo que debo, hago gimnasia... Entonces, ¿por qué me empeño en sabotearme a mí misma? Y no es sólo eso, sino que yo en realidad quiero estar delgada. QUIERO ESTAR DELGADA. No en mi peso como estoy ahora, sino delgada y punto. Sé que no me dará la felicidad, pero ya tendré algo de camino ganado.
Lo malo: estar con estas idas y venidas, dietas hipocalóricas y atracones, pasar del blanco al negro están haciendo que no baje de peso como debería. Ahora mismo peso 58, pero no es real. La primera vez que alcancé este peso con dieta sana estaba algo más delgada que ahora. Incluso me veía mejor con 59 que con los 58 de ahora. Estoy hinchada, con mala cara y me siento pesada. Está claro que mi cuerpo no me va a dejar recuperarme fácilmente, me está dando un toque de atención que por mi bien debería escuchar.