Anoche salí de fiesta y no me servía absolutamente nada de lo que tenía. Después de ponerme el uniforme (una falda que uso para todo y una nadadora que me queda pequeña), éste fue el resultado, aunque el modelito no me permitía quitarme la chaqueta para no sentirme repulsiva. Lo mejor eran las medias, pero siendo fiel a mi estupidez me las cargué al final de la noche.
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Por la mañana fuimos a desayunar. Me comí un cruasán de jamón y queso y cuando estaba esperando el autobús, pasé por un 24 horas y me pillé un bocata. ¿Por qué no pude dejarlo cuando estaba llena? ¿Por qué tuve que desayunar dos putas veces? Llegué a casa sobre las 10, mi madre me había estado llamando y cuando intenté hablar con ella me mandó a la cama. Dijo que estaba borracha y que no quería escucharme. Y, vale, lo estaba, pero luego dirá que nunca le cuento nada. O me escucha cuando me sale a mí de la polla o nada. ¡Y cómo se atreve a mandarme a la cama con los 27 tacos que tengo! Me sentó muy mal. Necesito pirarme de esta casa, esto no es vida, me siento juzgada constantemente y no puedo ser perfecta.
No se me acercó ni Cristo anoche. Bueno, miento. Un compañero de clase de mi prima intentó liarse con ella, lo rechazó y luego lo intentó conmigo. Cómo duele ser el segundo plato, otra vez.